sábado, 30 de junio de 2012

EL DÍA SE ABALANZA


EL DÍA se abalanza
sobre la tarde
y aquí estoy de nuevo,
convaleciente,
leyendo Alejandra,
aterrorizándome
con saña,
mientras el jardín llueve,
se humillan las flores,
suplican las hojas,
llueve, llueve.

                             
                          de Palabras dactilares, pag.101

viernes, 29 de junio de 2012

OJOS QUIETOS


Ojos quietos

            La bola de plomo ocupó su lugar en la ley de la gravedad y la muñeca abrió los ojos. Miré de nuevo en el interior de su cabeza. Me avergonzaba haber tenido que abrirla para encontrar un mecanismo tan simple: los ojos ensartados en un eje y unidos con alambre a un contrapeso. Nada más, ni cerebro, igual que yo. Me enfadé tanto que retorcí los alambres, de modo que cuando la muñeca estaba acostada abría los ojos y sentada los cerraba. Coloqué otra vez la tapa de la cabeza y la dejé así para sorprender a mi familia.
            La muñeca les había tocado a mis padres en la tómbola de las barracas, con un solo boleto, y había sustituido sobre la cama de matrimonio a un muñeco bebé que tenía los ojos quietos.
            Esa noche, antes de meterse en la cama, mi madre sentó a la muñeca en el sillón y, al verla con los ojos cerrados, mi padre la sacó al pasillo. Al día siguiente, mi madre me hizo arreglarla, pero mi padre ya no la quiso nunca más en su habitación, y el muñeco bebé recuperó su lugar.

                                                                                     de Silencios que me conciernen



jueves, 28 de junio de 2012

FLAMANTE CORCEL


Flamante corcel

            El día de la inauguración, organicé en la librería una sesión de cuentacuentos y una maestra logró que un niño se meara de la emoción escuchando Juan Sinmiedo. Era una mujer pequeñita, bailarina, sabía atrapar a los niños danzando con el libro abierto entre ellos. Muy gesticulante, como si fuera la primera sorprendida por lo que estaba leyendo. Me explicó la importancia de no cambiar una sola palabra del cuento o los niños se sublevan y entonces la narración avanza a trompicones y pierde el interés. Eso sin mencionar que hay que respetar al autor, sobre todo si es anónimo, y ciertas barbaridades como decir `hermoso caballo´ por `flamante corcel´ pueden acabar con una generación, y de paso con los flamantes corceles, que ya sólo viven en los cuentos. Respecto a los ojos, me pidió que me fijara en su mano derecha mientras leía, y comprobé que al pasar sobre cada niño daba un ligero golpecito en el aire con el dedo índice, a modo de varita mágica, y depositaba en aquel par de asombros una estrella que brillaba hasta el final del cuento, y un poco más allá.

                                                                        de Mercedes Cancelo



lunes, 25 de junio de 2012

LUKE: Tolaretxipi in London


       En el número de este mes, Luke Nº 140, publico un relato sobre un viaje no realizado y hago un principio de reseña sobre un libro que todavía no ha salido a la calle. Ficción, con un toque de humor.  El tema es la elección de la poeta de Donosti Eli Tolaretxipi para representar a España en el Poetry Parnasus de Londres, dentro de las olimpiadas culturales que se celebran en la capital británica, en recuerdo de aquellas de la Grecia antigua, cuando los poetas tenían más fama que los atletas, y le decían cosas a la gente y la gente les escuchaba. Siglos ha. Se puede leer aquí:

http://www.espacioluke.com/2012/Junio2012/taboada.html

lunes, 18 de junio de 2012

TODA MI TRISTEZA


Toda mi tristeza


            A mitad de la gestación, el médico me comunicó que mi niño estaba triste. Yo ignoraba que una ecografía pudiera reflejar los estados de ánimo, pero el ginecólogo me señaló el cordón umbilical, afirmó que era demasiado grueso y que esa circunstancia sólo se daba en mujeres con un grave padecimiento moral. Vino a decir que mi hijo recibía por ese conducto, además del alimento, un exceso de lágrimas.
            No quise hablarle al médico de las dificultades de una pareja compuesta por una persona y la ausencia de la otra. No quise sentirme patética reivindicando la soledad como una conquista. No quise decir nada de Él, porque de él no había nada que decir, y menos a un extraño. No quise, sobre todo, que mi niño estuviera triste por mi culpa, y acepté los consejos del médico.
            La prescripción facultativa me obligaba a tomar dosis masivas de alegría, y me dejé arrastrar por mis amigos a las fiestas, bailé como una peonza cada vez más grávida mientras les contaba libros enteros de chistes, y ante la puerta del quirófano exhibía una sonrisa tan excesiva que parecía un injerto. Mi hijo nació, como predijo el médico, risueño y jovial, predispuesto genéticamente a salir de farra. Es un chico muy gracioso. No quise tener más, ni hijos ni maridos, no hubiera soportado cargar de nuevo con toda mi tristeza.

                                                                                          de Mercedes Cancelo

sábado, 16 de junio de 2012

SÓLO TOCAR TOCA



SÓLO tocar toca,
lo demás son memeces.
                                   
La piel estremecida,
trémula,
es pura substancia,
el resto son
especulaciones de la mente.
                                  
No hay más vida
que la que arde.

                              de Palabras dactilares pag. 91

jueves, 14 de junio de 2012

EL BILLETE


El billete


            Cuando éramos pequeños desapareció en casa un billete de mil pesetas y mis padres llegaron a la conclusión de que nos lo habían robado en el bar del barrio. Al parecer, mi madre nos había mandado a cambiarlo y uno de los tres hermanos había vuelto sólo con la calderilla. Aun sabiendo que no había en los alrededores otro sitio donde comprar pipas y caramelos, nos prohibieron entrar allí nunca más. Mucho tiempo después, mientras mi madre limpiaba su armario, apareció el billete dentro del estómago de una sábana del ajuar. Todavía hoy, cuando mis hermanos y yo vamos a ver a mis padres, quedamos siempre en el bar de los Ladrones.

                                                                 de Silencios que me conciernen


martes, 12 de junio de 2012

SANTIAGO


Santiago


            Fuimos a ver el campo reglamentario y las porterías nos parecieron enormes. La cuota de inscripción del campeonato era demasiado alta para jugar limpio, de modo que hablamos con Santiago, el portero de nuestros hermanos mayores, que no tenía barba ni cara de estar perdiendo el tiempo con las chicas, y logramos colarlo en la categoría infantil.
            El mejor disfraz de Santiago era su actitud de payaso. Dejaba sola la portería, se escondía detrás de los postes, se tumbaba en el suelo cuando avanzaba hacia él un delantero en solitario... y luego lo paraba casi todo, y celebraba cada lucimiento con poses fotográficas, autoabrazos y autochoques de mano. Los árbitros le llamaban la atención por ser tan crío.
            En un partido de las semifinales, los cabrones del otro equipo obligaron a tirar un penalti a un chaval que jugaba bien pero tenía poca fuerza. Por algún motivo querían humillarlo. Santiago se dejó meter gol, ni se movió; el árbitro se acercó a él, le miró a los ojos y nos echaron de la competición.

                                                                                  de Silencios que me conciernen



lunes, 11 de junio de 2012

AUNQUE FUERA VERDAD


          AUNQUE fuera verdad que este instante se genera
          aquí y ahora,
          que esto que escribo y estoy dictando y leo
          sea cierto:
          ¿no es la palabra otro reloj,
          al fin y al cabo?

          Sólo hablo por vicio,
          porque no logro evitarlo.
          Pero cómo no decir
          con todo el silencio
          que me queda por delante.

          Merezco pensar,
          razonar es mi castigo.
          Mejor hubiera sido
          no haber tocado nada,
          dejarlo todo como estaba
          y vivir.

                                   
                                    de Palabras dactilares, pag. 37


TÚ ERES LA VERDAD DE CADA INSTANTE



TÚ ERES la verdad de cada instante,
la palabra que llega tiritando,
dudosa aún, pendiente
del contexto, temerosa
de ser un borrador,
un tachón,
una prueba.

                              
                             de Palabras dactilares, pag. 45

viernes, 8 de junio de 2012

CONFIANZA BAJO LLAVE


Confianza bajo llave


            A mitad de la faena apareció el dueño del Atlas y echamos a correr. Yo tenía una edad imposible de atrapar, me escabullí entre sus piernas y cogió a mi hermano mayor por los pelos. Desde el fondo de la calle vi cómo lo arrastraba hacia el bar. Me amenazó  con el puño, corrí antes de que saliera a buscarme y pasé el resto de la tarde jugando solo, lejos del barrio. Cuando llegué a casa, mi hermano no estaba.
            ¿Tú no sabes dónde está tu hermano, no le habrá pasado algo? El dueño del Atlas era un tipo muy feo, con pinta de mono cheposo. ¿De verdad que no sabes nada, no le habrá pasado algo? En la barra oscura del Atlas se sentaban chicas, chicas que hacían cruces con las piernas. ¿Dios mío, qué le habrá pasado a tu hermano, mira que si sabes algo y no lo dices? Por intentar robarle sus cajas de cervezas con una pértiga aquel asesino podía haberlo descuartizado... ¿Por qué lloras, Fernando? ¿Dónde está tu hermano?
            Mi padre fue a recogerlo, pagó las botellas rotas y a mi hermano le cayó la pena inferior a la pena de muerte. Hablé con él, me juró que estaba a punto de escaparse del almacén donde lo retenían, yo era un traidor, había tenido miedo, no se podía confiar en mí. Le pedí perdón y tuve que prometerle que mientras estuviera castigado sería su esclavo. La primera orden fue ir a la ferretería y comprarle con mis ahorros un candado para sus cosas.

                                                                               de Silencios que me conciernen


domingo, 3 de junio de 2012

EL BILLETE DE METRO


El billete de metro


            Durante la cena Alberto se puso muy ocurrente estableciendo paralelismos entre el sexo y los medios de transporte. Le tuvimos que pedir que cambiara de tema porque Valerio se atragantó de la risa y expulsó por la nariz, qué daño, un pedazo de coliflor.
            A las doce, la hora de la Cenicienta, Alberto se me subió encima como quien toma un autobús, con la firmeza que da el hábito y el modo gentil de un buen conocedor de las normas de urbanidad. Superadas las torpezas iniciales se comportó con alegría, en ningún momento puso cara de estar a punto de morirse o de ir a tener una revelación. Supo claudicar en el momento justo, sin parecer afectado, como si aparte de ese generoso paréntesis tuviera otras cosas en la cabeza. Hacía años que no practicaba el sexo con otra `persona´. Lo importante es que se lo pasó bien, y además conmigo.
            Al despedirse, Alberto me regaló un billete de metro con una sola picada. Ha pasado una semana y la contabilidad de mis depresiones es deficitaria por primera vez en mucho tiempo. ¡Cómo no voy a estar contenta si me quedan nueve viajes!

                                                                                    de Mercedes Cancelo