domingo, 30 de abril de 2017

LA REALIDAD DESACREDITADA en ELDIARIO.ES Cantabria


La realidad desacreditada


Al hilo de la reciente Semana Santa, las banderas a media asta y la megabomba de Donald Trump, viene bien recordar la cita bíblica de Mateo 6:3 donde dice “que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha”, pero no aplicado a la limosna sino al hecho de que mientras el gobierno está de vacaciones cantando saetas su ejército de consejeros trabaja a jornada completa para implementar en nuestro país el vergonzoso ‘diccionario universal de la infamia’ que hace poco nos castigó con el término posverdad y ahora nos agrede con el ‘relato’.

Si bien la posverdad es una máscara burda de la mentira, un sinónimo tosco fácil de comprender, el ‘relato’ ha incorporado una nueva acepción muy sutil que lo convierte en una herramienta peligrosa. Cuando antes significaba: Narración, cuento; conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho (RAE), ahora también significa: constructo de la mente para dar sentido a una experiencia. En teoría ‘cuento’, entendido como relato de ficción, ya recoge esa posibilidad, pero en la práctica la nueva acepción le añade una duda razonable y viene a decir que todo relato puede ser pura ficción, lo cual no es cierto. Si por ejemplo a mí me atropella un coche, en el hospital puedo contar varias versiones de ese hecho y más tarde escribir un relato donde un personaje es atropellado, pero si me caigo por las escaleras y digo que he sido atropellado ni los médicos ni el lector del relato tendrán un atropello como origen o base de la narración. No me creerán o no les resultará convincente mi relato porque estoy mintiendo, ya que no he sido atropellado: ni mis fracturas ni mi memoria avalarán mis palabras. Un hecho no deja de serlo por una mala narración, ni un buen relato fabrica hechos.

Sin embargo la ciencia no está de acuerdo. Hasta finales del siglo pasado creíamos que un in-dividuo no se podía dividir, de ahí su nombre, pero como nos explica Y. N. Harari en ‘Homo deus’ diversos experimentos científicos nos han hecho dudar de esa certeza. Pensábamos que nuestros dos hemisferios cerebrales, al estar albergados en un mismo cerebro, trabajaban juntos para entender la realidad, pero no siempre es así. El hemisferio derecho, no verbal, se encarga de recoger la experiencia y el izquierdo, verbal, nos la cuenta. Hay un yo de la experiencia y un yo narrativo. En algunos tipos de epilepsia o en personas que han sufrido una apoplejía y se produce la  desconexión entre ambos hemisferios, el Nobel de Fisiología y Medicina Roger Wolcott Sperry y su alumno Michael S. Gazzaniga comprobaron que los relatos que  cuentan estos pacientes son con frecuencia fantasías sin relación alguna con la realidad. En casos extremos todos lo hacemos, por ejemplo después de una agresión violenta, y la justicia tiene problemas cuando una víctima reconoce a su agresor aun existiendo pruebas irrefutables de que se encontraba a mil kilómetros del lugar de los hechos.

La ciencia nos ha puesto en tela de juicio en los últimos tiempos y si ya era grave que neurocientíficos como Martin Conway afirmaran que nos inventamos parte de nuestros recuerdos o nos atribuimos experiencias ajenas, flaco favor nos hacen ahora al decirnos que todo lo que contamos es dudable, un ficción conveniente, una falacia que manejamos a nuestra conveniencia. De este modo la realidad queda desacreditada y para invalidarla basta con esgrimir la palabra relato en su nueva acepción, con el respaldo de la ciencia. Así Donald Trump puede bombardear Siria sin necesidad de pruebas, ya que diga lo que diga al-Ásad será su ‘relato’, o la Ministra Cospedal poner las banderas a media asta identificando tradición con ley porque lo contrario es el ‘relato’ de la izquierda atea, aunque tengamos, de hecho, una Constitución aconfesional.  Aquello de ‘Me queda la palabra’ de Blas de Otero ha pasado a la historia.

El origen del problema habría que buscarlo en la irrupción de Internet y en el uso masivo de las redes sociales. Tuvo que ser muy traumático para el Poder comprobar que el control de la información se le iba de las manos y ante la imposibilidad de recuperarlo su primera reacción fue negar la fiabilidad de la red. Recordemos que al principio todo lo que aparecía en Internet se tachaba de acientífico, fantasioso y sin base alguna. Sin embargo la red se consolidó, hubo una incorporación masiva de diccionarios, textos científicos y filosóficos, y al final los mismos periódicos se trasladaron a la realidad virtual, de modo que al Poder no le quedó otro remedio que negar la realidad real. Una maniobra genial, hay que reconocerlo. Ahora ya no distinguimos qué es verdadero y qué es falso, qué ha sucedido y qué ha sido inventado, incluso si nos ponen delante una imagen, que antes valía más que mil palabras, basta con que nos digan que ha sido manipulada para que dudemos de ella. Hasta hay chiflados que creen que vivimos en Matrix, que ya es decir.

Lo peor de todo, es que la perversión de la palabra va a continuar adelante y después de la posverdad y el relato le toca a la democracia y al libre albedrío, porque no son nada convenientes ni rentables. ¿Acaso tienen libre albedrío los ignorantes que han votado a Trump? Hay estudios sociológicos que lo niegan. ¿Acaso los países que se llaman demócratas lo son de hecho? Mi banco opina que no.

sábado, 15 de abril de 2017

PODEMOS, EL RUISEÑOR Y EL SINSONTE en ELDIARIO.ES Cantabria



Podemos, el ruiseñor y el sinsonte

Creer o no creer, esa es la cuestión. O crees en la democracia, o crees que la democracia es un impedimento para lograr tus mezquinos objetivos. O crees que en el Parlamento debe estar representado el pueblo en su conjunto, o crees que el pueblo debe estar trabajando para ti mientras tú ocupas el escaño, te sueltas el botón de la americana y observas con desidia como te cuelga entre las piernas el pico de la corbata. Porque no se puede ser creyente y no creyente a la vez sin resultar sospechoso, al menos de tener dos caras o una del tamaño de la espalda.

En el fondo todo se reduce a esa certeza: no es compatible la soberanía popular con el gobierno de unos pocos. No se puede afirmar tajantemente que Podemos no va a gobernar bajo ningún concepto, por encima de tu cadáver, sin delatar que eres partidario de una dictadura mamarracha donde los de siempre se comen el bacalao para que a los demás les toque solo la raspa. Si encima le añadimos el agravante de nula capacidad para disimular un pensamiento necio, clasista y oligárquico, acabas como Villalobos diciendo que estos tipos huelen mal, no se duchan a diario, son unos guarros. Cómo se nota que su madre no le golpeaba los domingos la puerta del cuarto de baño para que no consumiera ella sola la bombona de butano.

Del mismo modo, si Pablo Iglesias hubiera reaccionado ante la proverbial indiferencia de Rajoy cuando ya veía aprobados sus Presupuestos diciendo, con el verbo florido del añorado Anguita: “Se le ve cómodo y despreocupado al señor Presidente mientras la procelosa miseria se abate cuan tifón sobre el pueblo famélico”, seguro que le hubieran aplaudido sus señorías y el mensaje se perdería precisamente  con esos aplausos. Sin embargo, como dijo que al presidente se la traía floja y le importaba un huevo, todos se echaron las manos a la cabeza y terminó acaparando titulares: ¡Qué escándalo, un doctor en políticas expresándose como un estibador, y para más inri lo llevaba escrito, con premeditación y alevosía!

Estas cosas no sucederían si la política no se hubiera convertido en un apéndice infectado de la economía, dejando a las personas y a sus necesidades al margen de cualquier consideración, como ceros a la izquierda. Se pueden comprar barcos de guerra que nadie necesita a cambio de trigo que todavía no ha sido plantado, pero no se le puede subir el salario mínimo a un trabajador porque eso sería una locura, un lujo impensable. Así el presupuesto para Defensa aumenta en un 32% y se escatiman 22 millones para Valdecilla, que si se mueren los pobres no tendremos que matarlos. Dicen que ha sido un olvido, que lo van a arreglar, pero como mienten más que hablan es imposible creerles.

Nuestros políticos dan lástima. Mientras el PP está a punto de abrir una línea regular de autobuses para trasladarlos desde el Parlamento a pernoctar a la cárcel, el PSOE se monta una presentación de candidata tirititrán cuya consigna oculta es: Venceremos a Podemos, nuestro enemigo natural. La derecha mafiosa y la antigua izquierda haciendo causa común para abaratar la democracia hasta dejarla irreconocible. No es extraño que los que vivimos la Transición embargados de felicidad veamos ahora cómo nos embargan la felicidad y acabemos pensando que aquella fue la operación de maquillaje mejor orquestada de la historia de España. La versión callejera lo resumía gritando: ¡Le llaman democracia y no lo es!

Esto recuerda a la conocida anécdota del best-sellers de Harper Lee, To Kill A Mockingbird  (Matar a un sinsonte). Como se trataba de vender libros y aquí nadie sabía lo que era un sinsonte, con la habitual chapucería nacional se tradujo como Matar a un ruiseñor, tergiversando gravemente el título y de paso el significado de la obra.  Porque un sinsonte es un pajarillo sin canto propio, que imita el de cualquier otro que haya cerca de él, de manera que cuando el abogado Atticus Finch les dice a sus hijos que condenar al negro Tom Robinson sería como matar a un sinsonte, no se refiere a matar a un ruiseñor de hermoso canto sino matar el canto de todos los pájaros, el canto mismo, o sea, la libertad.

En un país acostumbrado a la dictadura, nos vendieron una mala traducción de la democracia y como estábamos desesperados aceptamos la Transición sin rechistar. Pero ha pasado el tiempo y volvemos a verle las orejas al lobo. Mientras las cunetas de España siguen repletas de cadáveres sin identificar y los responsables se han ido muriendo como Franco tranquilos en sus camas, sus herederos tienen el coraje de sentenciar a un año de prisión a Cassandra Vera por hacer chistes sobre Carrero Blanco, que era un facha no un angelito. Acabaremos volviendo al Nihil Obstat Imprimatur.

Que a nadie le extrañe por tanto si un día Pablo Iglesias aparece en el Congreso en bicicleta y tocando el timbre para pedir un aumento del ancho del carril bici, porque a la gente ya no llega ni para gasolina, o que se masturbe en el hemiciclo reivindicando el onanismo, la única práctica sexual que le queda a una generación que morirá estéril por falta de presupuesto incluso para condones. ¿Acaso merece algo más este erial de infames charcuteros, ladrones impresentables, vagos de mierda que solo saben poner el cazo? La grieta enorme que nos separa la han abierto ellos, que se atengan a las consecuencias.

Enlace:http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/Podemos-ruisenor-sinsonte_6_631746862.html

                         

sábado, 1 de abril de 2017

EL ACUSADO CADÁVER en ELDIARIO.ES Cantabria


El acusado cadáver



Me encuentro de madrugada con J.F. en un bar de Santander y, quizá porque se le está yendo la mano con los gintonics, me confiesa que últimamente se encarga de avejentar a un empresario denunciado por corrupción. Tiene problemas con su cliente porque se niega a caminar arrastrando los pies y a llevar una chaqueta de lana como un líder sindicalista cualquiera al que han pillado con las manos en la caja. Teme que se ponga chulo ante el tribunal, que confiese que el juego sucio es condición sine qua non para ser respetado en los negocios.

Me cuenta J.F. que su cliente es un perfecto caballero, lo que le obliga a reconocer sus errores, en particular no haber sido capaz de crear un equipo de encubridores más competente. Siempre ha tenido dos testaferros, uno de su familia y otro de la de su mujer, pero no comparte la nueva tendencia en el gremio de mentirle hasta al polígrafo, lo que ha motivado un cambio de estrategia. Han seleccionado a dieciocho posibles testigos y están manipulando sus declaraciones para que nadie se aclare de lo que ha sucedido con la contabilidad. Me dice, entre risas, que han preparado hasta balances contables en braille y facturas en servilletas de papel.  

No le veo muy preocupado y le digo que si necesita inspiración revise la película ‘B (Bárcenas)’ de David Ilundáin, con el espléndido Pedro Casablanc en el papel protagonista. Es una comedia desternillante de 2015 basada en las declaraciones del tesorero del PP ante el juez Ruz. “Te partes de risa”, le digo, “porque acusa a Rajoy, a Cospedal y a la plana mayor del partido de haber aceptado más sobres que un buzón de correos y resulta tan convincente que no le cree ni dios”. Le comento que además la peli se financió en parte por el sistema crowdfunding, con 597 mecenas cuyos nombres aparecen al final, y exclama: “¡Que insensatos, a esos la declaración de la renta en vez de a devolver les sale a vomitar!”

Como se pone tan graciosillo, le recuerdo que los jueces están hasta el gorro de abogados como él, capaces de retorcer la verdad, ensalzar la mentira, tergiversar… Me detiene con las dos manos abiertas, llama al camarero y le pide que me retire la cerveza. Pide para mí una botella de Moët, nos vamos a una mesa apartada, me sonríe con ojos de congelador y me exige que ponga el móvil apagado encima de la mesa. Obedezco, tengo familia.

Debo decir por si acaso que J.F. no se llama así, ni esas son sus iniciales, ni estamos en Santander. Como bien explica mi interlocutor, hoy en día vivimos inmersos en una niebla tan espesa que cualquier afirmación sobre la realidad es pura fantasía. Luego me echa la broca por haberle llamado la atención, por ser tan arrogante, por compartir alma mater en una universidad privada en la que yo al parecer no aprendí nada. “Si te consuela escribir una columna en un periódico zurdo a mí me parece bien”, me dice con sarcasmo, “pero recuerda que esa columna solo sostiene la carpa del circo enorme que a todos nos cobija: si haces de payaso no intentes domar leones”. Debería replicar, pero me callo y bebo.

A continuación J.F. se explaya sobre la actualidad inmediata: la Infanta lista y tonta a la vez, Urdangarín en Suiza a costa del erario público, Rodrigo Rato que no verá la cárcel ni en pintura, el impuesto al sol en el país más soleado de Europa, los 60.000 millones que nos deben los bancos que aun así declaran beneficios, el futuro de los españoles camareros y las españolas jineteras en las playas que nos alimentan… Si no fuera por el estilismo, diría que estoy con Pablo Iglesias contándome la Trama. No sé a dónde quiere ir a parar.

“Hay una sola cosa cierta, lo que tanto le cuesta entender a mi cliente cuando se niega al envejecimiento prematuro: el sistema es perfecto porque el círculo ya se ha cerrado y nada puede salir de su interior. Ni una revolución ni una guerra mundial podrían cambiar lo inexorable de nuestra naturaleza. Ahora la maldad lleva las riendas sin molestarse en disimular, a la cara, ya era hora, joder. ¿Debemos avergonzarnos de ser como somos o es mejor asumirlo con entereza?”

Está muy borracho y yo me he metido tres copas seguidas de Moët, no me lo vayan a quitar. Me viene a la cabeza el ‘Breviario de podredumbre’ de Cioran, que casi acaba conmigo cuando era joven y creía en algo. Mientras pienso qué decir, J.F. le guiña un ojo al camarero, que se acerca y nos saca una foto con el móvil del abogado. Si se me va la mano con esta historia, seguro que encuentra en el código penal algún artículo con el que rebanarme el pescuezo. “¿Sabes?”, le digo, “déjale claro a tu cliente que es mejor ser un testigo viejo que un testigo cadáver”. Lo leí en un libro sobre la Mafia y a J.F. le encanta la idea. Es adecuado a su código odontológico, como dice mostrando los dientes.

Más tarde, en casa, le explico a mi perro que lo importante en la vida son los hechos, que yo puedo pegarle pero lo que vale es que le acaricie. Aunque nunca le he pegado, se aleja, porque no le gusta el olor del alcohol.

Enlace:http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/acusado-cadaver_6_625797432.html