domingo, 23 de febrero de 2014

ANTES DE LEER TRIGRAMAS DE CLAUDIA CAPEL

             Me levanto temprano de la cama porque ya no me contengo en mí mismo y necesito urgentemente el exterior para confirmar mi existencia.  No me lavo la cara, por respeto al sueño y  a sus regalos, y pienso un rato, reflexiono, para centrarme, no vaya a ser que haya dejado de ser mientras dormía y no me haya dado cuenta. Para verificarlo, enchufo el ordenador y escribo mi clave: Hay alguien ahí... La máquina me responde, luego existo. Me conecto a Facebook y lo primero que aparece es un poema de Claudia Capel, de su libro Trigramas:
 
Si no encuentras tu corazón
busca más adentro
más atrás
cuando además de soñar
creías en tus sueños
 
cuando se cortaba la respiración
y en ese instante, había un deseo.
 
            Me sorprende, como en otros poemas de Claudia Capel, su transparencia. Su limpidez. La certeza de que eso que ha dicho sólo se puede decir así. Esa sensación de agua clara, de gota pura e incuestionable. A mí me ha cortado la respiración y he podido escuchar con nitidez el latido. Es sublime, como el pan. Imagino la cara que se le tuvo que quedar cuando lo vio surgir de entre sus dedos, y su sonrisa posterior, ese orgullo humilde que sientes cuando has pillado un poema redondo sólo porque estabas prestando atención.
            Como si ella estuviera a mi lado, le digo a Claudia:
            ¡Cómo añoro mi corazón!
            Y ella me replica:
            Más triste sería que no tuvieras añoranza.
            Sin darme cuenta, amanece, mientras leo una y otra vez el poema hasta convertirlo en un mantra. En un grano de trigo dorado que germina ante mis ojos. Inevitablemente, comienzo a escribir en el blanco, en el espacio que ha dejado Claudia para mí:
 
Si no encuentras tu corazón (¡POBRE!)
busca más adentro (INTERIOR OSCURO)
más atrás (MEMORIA)
cuando además de soñar (TIEMPO)
creías en tus sueños (INFANCIA)
 (VACÍO DE LATIDO)
 cuando se cortaba la respiración (SÍSTOLE)
 y en ese instante (CORAZÓN LLENO), había un deseo (DIÁSTOLE).
 
            Tal y como sospechaba, el poema es tan certero que su impacto deja en el aire ecos de otras palabras que quisieron estar ahí pero fue imposible. Los descartes que hizo la mente, los despojos del festín de la perfección. Como todos los poetas somos el mismo poeta, pero con diferentes cuerpos, imagino que Claudia Capel y yo estamos en una plaza enorme y que ese poema pasa volando pero hay un golpe de aire y en vez de entrar en su cabeza entra en la mía. Reviso las anotaciones entre paréntesis y tengo que formular:
 
Pobre corazón ciego,
en añoranza,
no recuerdas
ni un latido.
 
            No me disgusta. Es algo. Menos que nada. Le pongo fecha y lo guardo en el cajón para que duerma el sueño de los justos. Por supuesto, se lo dedico a Claudia Capel. Y agradezco al cielo que el poema llegara primero a su cabeza.
 
                                                                                                                   

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