domingo, 8 de julio de 2012

TEMPLANZA


Templanza

            Justo cuando Burt Lancaster moría en aquella postura tan forzada en Veracruz, la estufa de butano soltó un bufido, luego una bocanada de llamas por la parte trasera, donde estaba la bombona, y a continuación se encendió toda ella, como la cabeza de una cerilla gigante, lo que hizo que mi hermano trepara por el respaldo del sofá-cama, mi hermana intentara embutirse en el vértice del rincón y mi padre, en contra de toda lógica pero en realidad queriendo impedir que entrara oxigeno en la sala, cerró de una patada la puerta mientras yo, tigre de ocho años, volaba hacia el fuego con una manta abierta que lo atrapó y, con la ayuda inmediata de mi padre, lo abrazamos y quedó sofocado.
            Recibí como premio por mi heroísmo una palabra, mi primera característica, la templanza, que me venía demasiado grande y me cargó con una responsabilidad difícilmente asumible, lo que provocó que días más tarde, mientras jugaba a los submarinos en la explanada de una obra, de regreso de una misión de vital importancia para la humanidad, consistente en dinamitar una isla ocupada por los extraterrestres, sin previo aviso, el mar que me rodeaba desapareció y me encontré braceando en el aire como un estúpido, con todo el mecanismo de la fantasía hecho añicos y mis amigos cabreados gritándome que me fuera a la mierda.
            Había dejado de ser niño de golpe y porrazo, no de la noche a la mañana, con su dormir y su despertar, y la sospecha de que a partir de ese momento todo podría sucederme así, con esa rotundidad, puso en alerta permanente todos los sistemas, pude sentirlo en forma de una vibración corporal que todavía conservo, y aunque los médicos lo llamen hipersensibilidad y lo reduzcan todo a que tengo los nervios destrozados desde los ocho años, yo lo percibo como una anticipación física real, un instinto, la certeza de que todo se me viene encima constantemente y debo mantener los músculos en tensión para saltar a un lado y salvar el pellejo.

                                                                             de Silencios que me conciernen

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