La llamada
Una vez más hemos oído la llamada y nos hemos puesto en
marcha. Cada cual lleva lo imprescindible para este viaje con dirección pero
sin sentido. Lo importante es ponerse en movimiento de inmediato. No pensar en
ello. Solo acudir. Solo ir. Diligentemente.
No debemos hablar entre nosotros. Hay que respetar una
prudente distancia. Si nos comunicamos puede surgir una reflexión, una duda que
nos hará tropezar, quizá detenernos. Eso cuestionaría nuestra determinación. No
hay que olvidar que la única guía es la certeza.
Seguiremos adelante por un tiempo indefinido. Sin
desfallecer. Soportando cada uno su cansancio, su pesar y su miedo. Rendirse no
es una posibilidad. Abandonar sería el equivalente a dejar de respirar. Morir.
En algún momento cesará la llamada. Entonces tendremos
que regresar al punto de partida. A la incertidumbre. A la espera. Hasta que la
oigamos de nuevo.