lunes, 1 de septiembre de 2014

VAYA, VAYA, CON EL CABALLO BAYO QUE SALTÓ LA VALLA DEL VALLE-La cosecha


Antropología cultural. EJERCICIO Nº 132. Escena campesina local. Fotografía de Marcos González Conde. Finales del siglo XX.
 

COMENTARIO DEL ALUMNO: En una calle de pueblo, hay un grupo de personas enfrentadas. Dos familias numerosas. Podemos ver en ambos lados hijos e hijas, físicamente parecidos, y otros individuos dispares, cuñados y cuñadas, y también un sujeto de aspecto viperino y bilioso, sin duda algún vecino que mete cizaña. En mitad de la calle hay un tubo de uralita, y, en el muro divisorio de las dos propiedades, un agujero de considerables dimensiones practicado con un martillo neumático eléctrico, ahora tirado en el suelo. Atardece. El elevado número de personas implicadas en la escena, y sus vestimentas informales, indican una afluencia constante de gente, luego el enfrentamiento familiar puede que dure desde primeras horas de la mañana. Diálogo Inicial: Dónde vas con ese tubo/ al mismo sitio que voy con el martillo/ cuidado que este muro es medianero/ no es medianero/ sí es medianero/ tú a mí no me jodes/ aquí el que jode eres tú/ me cago en tu madre/ en la tuya que te parió/ voy a ir a por la escopeta/ todos los homosexuales tenéis escopeta.// En una de las familias predominan los hombres y en la otra las mujeres, pero éstas llevan niños en los brazos, compensando así la fuerza física del otro lado con estrategias biológicas. Hay un pájaro comiendo migas junto a ellas, han almorzado de pie, los niños piden ya la merienda y están inquietos, pero las expresiones de las caras de ellas indican obstinación. Son irreductibles. Y el problema ya no tiene solución. El veneno subterráneo de veinte años de cordial vecindad ha salido a flote y nadie ha intentado impedirlo. En el fondo lo deseaban. Pero están haciendo mal. Y lo saben. Después de esto dejarán de hablarse, salvo para insultarse, y el enfado durará varias décadas. Siguen la máxima campesina: Si no tienes un enemigo parece que nadie te quiere. En la escena también hay dos perros de la misma camada, uno de cada casa, juegan con una piedra cerca del tubo de uralita, indiferentes a su futuro próximo. Probablemente, la hija pequeña de un bando llamará al suyo, y el hijo menor del otro bando al suyo también, y les enseñarán a odiarse, y esos perros serán a partir de ahora como demonios el uno para el otro: el símbolo del enfrentamiento familiar.  La escena, en su conjunto, me recuerda a la número 34, Broncas de vecinos, Museo Central, aunque ésta me parece en substancia mucho más violenta.
 

RESPUESTA DEL PROFESOR: Soy generoso si le digo que su ejercicio es deficiente. No ha dado usted ni una.  De entrada, no se ha fijado en la fecha de la foto, finales del siglo XX.  Lo que vemos no es en absoluto una bronca de vecinos. Ningún parecido con la foto número 34, del año 1942, poco después de la Guerra Civil, en la que sí se observa una violencia incipiente y contenida. Aquí, sin embargo, asistimos a una escena doméstica. Una obra de pequeña envergadura. Y las familias están reunidas por simple curiosidad. Observará usted que tres de las mujeres hablan por teléfono móvil, modelo sin botonadura, táctil, sin duda con conexión a internet y, por consiguiente, con la posibilidad de comparar la realidad con el plano del registro de la propiedad. ¿Qué sentido tiene entonces un enfrentamiento? Ninguno. Por otra parte, su Dialogo Inicial es ofensivo y bochornoso, carece de sentido, pertenece a otra época. Un campesino local de finales del XX jamás usaría esas expresiones. Todos los ¿homosexuales? tienen escopeta, es ridículo, patético, revise Insultos y amenazas de Cobo-Villasante y comprenderá lo que le digo. Por cierto, los dos perros son macho y hembra, y ni aun en el supuesto de que hubiera un enfrentamiento podrían sus dueños impedir el acoplamiento. O sea, nada de odio, ni de incitación al odio. Y, por favor, no se le ocurra mencionar que alguien utilizaría a sus hijos como defensa ¿biológica? Nadie lo haría en estas tierras, hermosas y dignas. Ni tampoco hay, desde hace décadas, vecinos viperinos. Son una figura desechada, ya no existen. Aquí no. Sería triste recordarle que esta Facultad colabora con la campaña de lavado de imagen de la Comunidad, tan dañada por las mentiras de los que nos desconocen y aun así nos quieren mal. Nunca ha sido usted muy colaborador en este sentido. Su obstinado objetivismo le perjudica. Confunde deliberadamente Realidad Cruda con Realidad Necesaria, algo imperdonable en un próximo licenciado. Dudo mucho que con su actitud logre algún día financiación autonómica para sus proyectos. Me ha decepcionado. Mal. Muy mal. Repita el ejercicio, y procure mirar como es debido.

                                                                                

                                                                                  de La cosecha, pag.79
 



3 comentarios:

  1. Genial y me quedo con la narrativa del alumno :)

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  2. Se dice que la negación es la primera fase de la falta de cordura, por así decirlo.
    No por ser viejo significa que seas sabio, dice más o menos así algún versículo de la Biblia.
    Sin embargo, creo que ambas observaciones contienen muy buenas analogías que de cierta manera pintan un increíble retrato de dos perspectivas muy distintas y a la vez muy evidentes la sociedad; no sólo la actual sino también la de otros tiempos más antiguos.
    Entonces, aquí la pregunta sería ver no tanto si hay o ya no hay "vecinos viperinos", tal como asevera el profesor, sino más bien saber "porqué" esto sucede en nuestra sociedad tan a menudo.

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