SOLITARIO y ancestral,
viejo ginko,
nos llegó la tarde,
roja, inacabada,
reliquia del
pensamiento
que se vacía en el
hueco,
buscando sentido
inútil, al ocaso.
Pobres desgraciados,
ya estamos incendiados,
las palabras nos han
dado fuego
y nos consumimos en
este preciso instante,
cuando la idea quiere.
de Palabras dactilares, pag. 49
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