UN POEMA arrugado vuela
de mi mano
a la papelera, certero,
ni una sola palabra
se ha salvado,
todo ha sido desechado
sin piedad,
desde el impulso
inicial,
el torpe recorrido,
la frustración de
sentirse
equivocado, hasta
el rechazo final,
definitivo.
Otro más que ha sido
sacrificado
en aras de la
estadística:
un acierto por cada mil
errores.
Otro intento,
otro intento,
nada pasará si no es
verdad
o al menos lo aparenta
con solvencia
y elegancia.
de Palabras dactilares, pag. 31
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