IMPORTA
Si tu espalda fuera un espejo
de cuerpo entero
y al caminar detrás de ti
pudiera ver mis pasos reflejados:
¿heredaría tus sueños,
podría creer en lo que crees
y tropezar contigo y a la vez
en las mismas piedras?
Si mi pálida piel destiñera
como el cobre de la tuya
el añil de ese hombre del desierto
o el amanecer colorado de la mujer
que sonríe a la tarde desde
el balcón de los claveles:
¿al tocarnos pintaríamos cuadros,
cada abrazo sería un díptico,
hacer el amor con pasión
el inicio del arte abstracto?
Y mejor aún, si se multiplicaran
hasta el infinito las posibilidades
la paleta de colores, los sueños,
las creencias, y ese modo dactilar
que tenemos de equivocarnos
cada cual con sus errores:
¿no seríamos lo que somos,
no haríamos lo que hacemos,
pero sin el vértigo de la diferencia,
ese que nos implantan los sembradores
de odio, que no tienen ni ojos, ni alma,
ni descripción que merezca
una gota más de tinta?
Ilustración: SeD
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