CIELO EN LA VENTANA
De tanto mirarlas ya no las ve
consumidas por la presencia,
la lámpara fundida con el techo
el jarrón con la pared, la silla
con la ropa que cuelga, la ventana,
esa única ventana, propiedad
del cielo mitigado por la cortina
cuántas veces suplican sus cejas
elevadas, sus ojos saltones, que
alguien descorra la cortina
pero nadie la entiende
pasan las horas entre manos
atentas que la giran en la cama
le cambian las sábanas, limpian
su cuerpo desfallecido, insertan
comida en su garganta con una
enorme jeringuilla de puré de verduras
y los días, las semanas, meses, años…
alguien trajo una flor verdadera
que al menos se va marchitando
ilusiona verla morir poco a poco
pétalo a pétalo caer sobre la mesita
de noche, de día, de noche, de día
hasta que la retiran y vuelven
a repetirse los objetos insistentes
¡mira mis ojos, mira mis cejas
elevadas, corre la cortina para
que el cielo corra, el cielo, el cielo
el cielo en la ventana!
Ilustración: SeD
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