SER ESCUETO
Ser escueto, empobrecer hasta el extremo
al decir, acotar, encerrar
en palabras precisas lo precioso
que no debió ser mencionado
para respetar el secreto de cada cosa
no fracturar el pensamiento con
su expresión, su límite, su clausura.
Aun así, por simple deseo,
necesidad de girar sin pausa,
despojar al todo de su trascendencia
con una caricia vaga pero necesaria
porque el tiempo es breve, ruin,
y lo no tocado se escapa, huye,
desaparece en la niebla del horizonte.
Vivir entonces en la víspera
de la celebración del instante
con la tenacidad del mar
que tritura conchas y esqueletos
para el cementerio que es la playa
ese homenaje a la arena del tiempo
que se mide en granos no reflexionados.
La constancia, pues, en la manifestación,
rebelión imaginada del encerrado
que vislumbra entre las rejas hostiles
un cielo ajeno, una existencia ajena,
lo que pasó en su no-pasado
lo que pudo ser pero no fue
mientras los días, simplemente, se suceden.
Ilustración: SeD
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