SI LA SED ES BLANCA…
Enunciar el mundo sin contundencia
como seres de carne que abandonan
la restricción del prejuicio. El molde
una vez roto deja escapar por las grietas
la vida que fluye inevitable. Darle
a cada palabra el perfil que se merece
lo pequeño con flecos de esperanza,
al río la crecida fértil, y la grandeza
lastrada con la piedra que la limita.
Designar, en un nuevo nombramiento,
la indisciplina, en cada cara su reverso,
con licencia larga para los incumplimientos,
la disidencia de cada cual, la protesta
continuada. Que el pájaro, si lo desea,
se llame almirante, el perro manguera,
el odio manzana como solución intermedia.
Quizá de este modo todo sea singular
y plural a un tiempo, que esto y aquello
compartan la sed, la letra, la música
de lo manifestado, que la serpiente no
se arrastre más si es nube que pasa.
Aprovechar, no de provecho, de libélula,
cada momento que queda, no de tiempo
ni de agua, tal vez estera de esparto. Y
que decir sea soñar y lo soñado sea preciso
y lo especulado firmeza. Que nadie quede
nunca atrapado por un verbo. Nada sujeto.
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