EL ÚLTIMO ROMÁNTICO YACE
También lo hemos hecho con las palomas
de símbolo a ratas del cielo en la ciudad,
lastimadas, cojas, patas de muñón, mendigas
de patatas fritas, gusanitos no de carne,
de plástico comestible, atropelladas al fin
por la prisa en la calle, atestada y ruidosa,
donde viven los coches y los semáforos rojos.
Así nos reproducimos, como conejos malthusianos,
para liquidarlo todo con precisión vertiginosa,
oh, Keats, no te levantes, haz el favor, no
quedan ya flores silvestres ni almas desbocadas.
Qué importa, si el amor es una fórmula química,
el odio una circunstancia adversa de la nación,
la ternura un defecto de carácter, y matar…
un daño colateral de la economía de mercado.
El último romántico yace en Urgencias
le disparó un policía: “Vestía raro, llevaba
la mano sobre el corazón, pensé que ocultaba
un arma”, y mientras tanto el IBEX-35
que no remonta, cómo llegaremos al invierno.
Ilustración: SeD
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