RÉQUIEM
También las palabras se agotan y se secan
devastadas de decir el pensamiento
de intentarlo a solas o agrupadas
y recibir a cambio reproches,
insultos, falta de reconocimiento,
por no ser exactas como números
redondas como conceptos, libres
como ideas, ligeras como sueños,
y lo que es peor, más humillante,
por ser tachadas de no decir
en realidad lo que están diciendo.
Se escogen las palabras con torpeza
sin afecto, sin aprecio, sin mirarlas,
solo por la imagen que proyectan
por su acepción más barata
la primera que se pilla al vuelo
olvidando su amplitud de diccionario
su edad, antecedentes, servicios prestados
el hecho incuestionable de que cada una,
hasta la más pequeña conjunción,
tiene sentimientos, los suyos y los nuestros.
Se marchan entonces las palabras
al desierto del olvido, y nos dejan
con los espejos empañados, turbios,
sin azogue, sin reflejo, solos, bobos,
abandonados a las imprecisiones
al constante desmentido, al borrón,
al esclavo refrán donde dije digo
a nuestra escasez sin salida
y mueren como madres viejas en el asilo
despreciadas, mientras el mundo miente.
Ilustración: SeD
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