NADA se revela a la
manada,
si acaso los rayos,
o peor, el relámpago
mudo,
que invoca al miedo.
La revelación sucede a
solas,
pero no en la soledad
provisional
sino en la soledad por
vocación
y para siempre,
la soledad que promete
no revelar
lo revelado. Revelación
para uno solo.
Revelación secreta.
El resto es contar
para descontar tiempo.
Por eso soy lo que soy
cuando callo,
cuando apenas tengo
presencia
y brillan mis ojos
de pensamientos
atropellados
que quieren decirse por
mi boca.
Soy cuando callo
y espero,
cuando me tenso,
cuando me fatigo de la
vida lenta
y acelero, me voy,
pierdo el interés,
y ya no espero decir:
digo,
en silencio,
para mí,
(y juro
solemnemente
guardar el secreto).
de Palabras dactilares, pag. 43
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