El hombre que mató a Mariano
Rajoy
Como en ‘El
hombre que mató a Liberty Valance’, de John Ford, la política española se ha
convertido en una disparatada película del oeste donde el latrocinio es el
protagonista indiscutible y cada día nos sorprende con nuevos y más descarados
chanchullos hasta el punto de plantearnos si gobernar es sinónimo de
delinquir. El PP lleva demasiado tiempo
pasándose de la raya pero sigue gobernando con la ayuda de otros partidos
cómplices y España se parece cada vez más al pueblo de la peli, Shinbone, que
significa tibia, y dos tibias cruzadas son una bandera pirata. Veamos el
reparto de papeles.
Mariano Rajoy es
como Liberty Valance (Lee Marvin), ese forajido que va con sus ladrones
malencarados robando a todo el mundo y aterrorizando al pueblo con el lema
cutre: ‘La vida es así, no la he inventado yo’. Representa al mundo
incivilizado, inmovilista, el de los ganaderos desaprensivos que quieren un
territorio franco para hacer lo que les venga en gana, como siempre se ha hecho.
Es el malo de la peli.
Pablo Iglesias
es el abogado-friegaplatos Random Stoddard
(James Stewart), cuyo único objetivo es traer la civilización a una
tierra salvaje donde rige la ley del más fuerte, la ley del revólver, y reina
el miedo y el analfabetismo. Representa la cordura, la sensatez, la justicia,
en fin, el idealismo. El bueno de la peli.
Pedro-Susana-Patxi,
o triceversa, son el criador de caballos Tom Doniphon (John Wayne, al que
nosotros de críos llamábamos Juan Vainas, y viene a cuento). Representa la
valentía, el coraje, ya que es el único capaz de plantarle cara a Liberty, pero
tiene el inconveniente de que acepta el statu
quo como un mal menor: le gustaría que las cosas cambiaran pero ya se ha
resignado a que no sea así. En la peli es el amigo del bueno y los dos se
disputan a la chica.
La chica es la
Señorita Hallie (Vera Miles), camarera guapa, amable, acogedora, como una madre
para todo el mundo, pero ingenua y analfabeta. Representa a la democracia, al
futuro, a la esperanza de la clase humilde que sueña con librarse de la
injusticia ancestral. Comprende, como nosotros, que los ricos existen para que
sepamos quién nos roba, pero cree que todo tiene un límite y sobrepasarlo
merece una respuesta. No puede hacer nada porque el pueblo acata la sinrazón de
tipos como Liberty Valance. Los numerosos votantes de Rajoy, para entendernos.
El quinto
personaje es el periodista Dutton Peabody (Edmond O’Brian), borrachín pero
honesto, convencido de la necesidad de informar al pueblo para no mantenerlo en
la ignorancia. Representa la libertad de expresión.
Todo esto lo
sabemos en los primeros minutos de la película y digamos que la acción comienza
con un reto a duelo entre el bueno y el malo (véase Moción de censura). El
bueno acepta, es algo insensato, suicida, propio de un payaso que va a
conseguir que lo maten. Así sucede en la peli y así está sucediendo con Pablo
Iglesias. Por lo visto, en su cobardía, todos olvidan el carácter épico del
héroe, cuál es su cometido, cuál el único sentido de su presencia. ¿Acaso no
sería el Parlamento español una reunión de lacayos del poder si no estuviera
allí Unidos Podemos? Sí, es evidente, por eso están, para intentar evitarlo,
con el respaldo de cinco millones de votantes, personas tan acostumbradas a
perder que les parece indecente que se diga que no es la forma ni el momento, que mejor otro día, que ahora toca repartirse el botín de los
Presupuestos.
Una moción de
censura no tiene por qué ser un acto inteligente sino visceral, algo impulsado
por el asco y la rabia, como vomitar cuando te revuelven el estómago. ¿A qué
hay que esperar, a que el PP salga a la calle navaja en mano y nos robe hasta
la cartera vacía? ¿Cuántas conversaciones telefónicas pasándose el estado de
derecho por el forro hacen falta para que alguien diga basta? Algunos merecen
que los cuelguen con su propia corbata. La política española está cambiando, lo
tienen delante de sus ojos y son incapaces de verlo. Nada va a ser igual a
partir de ahora.
Vivimos un
momento histórico, aquí y en todo el mundo, y la democracia se va a redefinir
ineludiblemente. O eso o se suprime, que hay mucha gente interesada en ello.
Ocurre como en la película de Ford, donde Liberty Valance se ríe del abogado,
le humilla, igual que hace Juan Vainas, pero el duelo se lleva a cabo y Valance
muere de un disparo. El detonante es la paliza que le pega Valance al
periodista, a la libertad de expresión. Al final sabemos que el responsable ha
sido Juan Vainas, escondido en un callejón, pero la gloria y la chica se las
lleva James Stewart, como ocurrirá aquí si el PSOE no se une a la propuesta y
deja pasar su última oportunidad de hacer algo digno por nuestra democracia. Si
no lo hace, en las próximas elecciones, anticipadas, no sacará ni un escaño ni
una banqueta.
‘El hombre que
mató a Liberty Valance’ es un clásico porque contiene un modelo humano
intemporal que aplicado a la realidad española se vuelve profético. Son
demasiadas semejanzas: los abusos del PP en mayoría generaron el 15-M, éste dio
a luz a Pablo Iglesias, a Podemos, a Unidos Podemos, y ahora se llevará por
delante a Mariano Rajoy, el símbolo de la degradación institucional de este
país, algo que ni los poderosos se pueden permitir. No es casualidad es el
destino. Porque a veces la realidad es
tan plana que todo se reduce a buenos y malos.
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