lunes, 2 de octubre de 2017

COREOGRAFÍA POLÍTICA en ELDIARIO.ES Cantabria




Coreografía política


El cuerpo humano, por muy contorsionista que sea, tiene los movimientos limitados por su anatomía y España por la resistencia de sus materiales. Este es un país frágil, de acero mal forjado, como esas espadas lustrosas que sirven para decorar pero se quiebran en el combate. La democracia débil que nos sirve de esqueleto es latina y está aquejada de la osteoporosis procedente de su naturaleza dictatorial. Basta un solo golpe para que la armadura se rompa y el  cuerpo se fragmente y sangre y muera.

La derecha de la nación y la derecha nacionalista nunca han soltado las riendas, tienen el pastel muy bien repartido y se pasan la pelota como elemento de despiste que ya no despista a nadie, aunque da juego, que es de lo que se trata. Mientras la población ya no da más de sí, nuestros gobernantes van a seguir haciendo evoluciones alrededor del mismo escenario y sin salirse de él. Que si España se rompe que si se pega con cola, y el país, en su vida diaria, ya está roto en mil pedazos. El tema del referéndum más que una cortina de humo es un incendio en toda regla. ¿En serio cree alguien que a los millones de parados les importa en qué país pasan hambre y en qué lengua se quejan?

Es un hecho que nos han robado 40.000 millones en el rescate bancario y que el 20% de los bancos son catalanes con sucursales en toda España. ¿Acaso han mencionado los que quieren independizarse la posibilidad de distanciarse de la corrupción devolviéndonos ellos la parte que les corresponde? No, para nada, que la pela no se toca. Hasta mi perro sabe que todo esto es una coreografía ensayada al milímetro para que si uno estira la pierna hacia un lado el otro lo haga para el lado contrario y así la imagen de conjunto queda muy mona, muy equilibrada. Mientras tanto, se va desmontando la sanidad pública de modo que la salud sea un privilegio de los ricos, la educación pública se deteriora hasta convertir a la gente en analfabeta funcional y se recorta la libertad de expresión asustando a las personas para que obedezcan como animales acorralados. Bravo: si Cataluña se independiza no podrá participar en Eurovisión.

Pero cuidado, que la policía no es tonta y todos llevamos un madero en el interior.  Las pruebas son las pruebas y para pillar al delincuente solo hay que seguir el rastro del dinero. Dicen las malas lenguas que al gobierno de Rajoy lo sostienen los nacionalistas vascos a cambio de pasta gansa, miles de millones. Dicen también que los socialistas se montaron un teatro magistral para volver a la palestra y si un día afirman que España es plurinacional al día siguiente no están en contra de aplicar el artículo 155, si no queda más remedio, todo con tal de no perder la primera línea del abrevadero de la guita.  Dicen que Unidos Podemos trabaja con denuedo para asegurar su continuidad haciendo propuestas que molan cantidad, diálogo y eso, buen rollito en una asamblea guay que solo añade leña al fuego. En fin, que la calle habla y sabe que si les quitas la máscara todos acaban cantando.

¿Si la cosa es tan grave, por qué sonríen por lo bajo Rajoy y Puigdemont, qué tienen que ocultar? La experiencia nos dice que si metes en una sala de interrogatorios a una persona culpable y a una inocente, y las dejas a solas durante horas, la inocente se ira poniendo cada vez más nerviosa mientras que la culpable puede que acabe echándose un sueñecito. La inocente cree que, a pesar de su rectitud, dada la complejidad de la ley, puede haber cometido un delito sin saberlo, de ahí su nerviosismo, mientras que la culpable, sabedora de su delito, y probablemente tan conocedora de la ley como quienes la aplican, estará cada vez menos preocupada porque el paso del tiempo implica dificultades para encontrar pruebas que demuestren su delito. Por eso, el 1 de octubre, pase lo que pase, los dos seguirán sonriendo. Van a ganar votos y podrán esconder su mala gestión de gobierno con la complicidad de sus votantes. Lo único que les importa es que siga el espectáculo.

Hay pocas ideas más turbias que Patria, País y Nación y pocos disfraces más tristes que los tejidos con la tela de una bandera, escudo de miserables, capa multicolor del fantasma paleto. Las ideas valiosas no tienen tantos seguidores. Poco importa España Uno, Cataluña Cero o viceversa. Una región pobre nunca amenaza con abandonar el país y si disipamos la niebla lo único que se ve es dinero en ambas partes. Eso sí, los majaderos de siempre hablan de violencia en el horizonte, como buitres necesitados de cadáveres que justifiquen sus razonamientos baratos. Por eso el Gobierno Español se ciñe a su papel y esgrime el fasces de hacha y varas, y el Govern la hoz del segador. Cada uno intimida a los suyos y a los del otro bando. El caso es amenazar. Que la gente tenga miedo, que tiemble ante el futuro incierto, que se divida en grupos, que calle y otorgue, que el lunes vaya a trabajar por un salario de esclavo. Y sobre todo que no piense. Porque el día en que España piense cambiará la Constitución. Hasta entonces, no hay nada que hacer.



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