Conservas
Yo
jugaba con Alfredo al teléfono de bote en la calle. Como los coches nos
obligaban a gritar y se chafaba el invento, decidimos irnos a una campa
cercana. Allí encontramos a dos niñas jugando a lo mismo que nosotros. La más
alta, que vivía en mi portal y me daba mucho la lata, propuso cruzar las
cuerdas de los teléfonos para ver qué pasaba. Tardamos un rato, pero al final
controlamos la tensión de las cuerdas y las palabras se mezclaron. Era
divertido, nos emocionamos y de pronto se escuchó: te quiero, Alfredo. Las
chicas se rieron a la vez. Luego dijeron que se aburrían y nos dejaron solos.
de Silencios que me conciernen
Intenso, como la infancia que marca nuestro proceder futuro. Saludos
ResponderEliminar