jueves, 30 de agosto de 2012

LÍNEA DE PUNTOS


Línea de puntos 

            El día que cumplí seis años entró en la clase de párvulos un hombre de bigote, pronunció en voz alta mis dos apellidos y mi nombre de pila, y me pidió que lo acompañara. Durante el camino me trató de usted. Me llevó a la clase de primero y me entregó a un hombre que meneaba la regla como una espada.
            Recité para toda la clase la tabla del nueve, mi voz rebotaba en las paredes. Luego me ordenó que me sentara en la última fila y recuerdo que estuve muerto durante una hora y tres cuartos. Y eso es mucho aguantar la respiración.
            Después del recreo, volví por mi cuenta a la clase de párvulos. La enorme cicatriz que tengo en la ceja izquierda, y que convierte mi mirada en peligrosa cuando achico los ojos, me la hicieron el hombre de bigote y el conserje, contra el marco de la puerta, al intentar, intentar, sacarme arrastras de clase.

                                                                                de Silencios que me conciernen



miércoles, 29 de agosto de 2012

HORMIGAS


Hormigas

            Lo único vivo que me llevé después del divorcio fue un bonsái. Mi mujer me lo había regalado cuando estuvieron de moda y yo lo cuidaba relajadamente, sin manosearlo en exceso y con la secreta intención de dejarlo crecer libre de alambres y ataduras. Le llamaba Bonsi o Gingko, ya que pertenecía a esa especie de origen chino, uno de los árboles más antiguos del planeta, tanto que sus hojas no saben dividirse en dos y parecen un abanico de color verde tierno.
            Al regresar de un fin de semana me encontré a Bonsi muerto: un rosario de hormigas había entrado por el desagüe de la base y lo habían asesinado. Fui a la tienda de jardinería y me dirigí sin dudarlo a la estantería más psicópata. Había diferentes productos que explicaban en detalle su estrategia química contra las hormigas. Escogí uno que prometía, además de aniquilación, total ensañamiento. Era fácil, se deposita una dosis de polvo con aspecto de harina integral, la hormiga confunde el veneno con alimento y se lleva una porción al hormiguero, contaminando de paso a todos los amigos que se paran a saludarla y, ya moribunda, se lo entrega a su compañera de apartamento, que se lo sirve a las hormiguitas que están a su cuidado en el plato de la cena, cuando ven el telediario de las hormigas, y las hace estallar a todas en mil pedazos asquerosos. Justo lo que yo buscaba.
            Mientras esperaba en la caja, iba recitando como en la escuela que tener conciencia es de perdedores, y si al final dejé el bote de producto junto al aceite lubricante fue por razones económicas y porque el martillo tamaño hormiga me parecía suficiente. Era barato, y cuando acabe con ellas será fácil hacerlo desaparecer.

                                                                          de Silencios que me conciernen

domingo, 26 de agosto de 2012

YO VIVO EN MÍ



YO VIVO en mí
y no en alguna parte,
tampoco en ninguna,
que aquí hay poco
pero hay de todo
y si un ladrillo, cuesta imaginar:
el barro, el fuego, y el horno...
lo demás, se levanta solo.

                                      de Palabras dactilares, pag. 51

sábado, 25 de agosto de 2012

TESTIMONIO


Testimonio


             —Hola, me llamo Fernando, soy amnésico y llevo 103 días sin identidad. Estoy orgulloso...
            —Gracias, Fernando, no es para menos, debes estar orgulloso porque eres un ejemplo para esta comunidad. Te queremos, Fernando. Te queremos, y te admiramos.
            `Aquí lo tenéis, amigos, 103 días sin identidad y sigue en pie. Con su documentación al alcance de la mano y sin tocarla, sin preguntar siquiera por ella. Fernando puede saber quién es, pero no quiere. No quiere porque tiene la voluntad, tiene el coraje de ser consecuente con el espíritu amable que anida en su corazón desde que es un amnésico. Si Fernando no recuerda, no puede albergar rencor alguno contra los demás, no tendrá cuentas pendientes, no pertenecerá a ninguno de los bandos posibles. Si no sabe quién es, no sentirá la beligerancia de tener que mostrar sus carencias a nadie y sus actos quedarán revestidos de saludable nulidad.
            `Y no es fácil, amigos, no tuvo que serlo para Fernando el día que tuvo su primera recaída y volvió al mundo, ese mundo dominado por la memoria colectiva, ese lugar donde habitan las dualidades, los esquematismos, la soberbia de la propia identidad. Pero Fernando fue prudente y reservó un último pensamiento para recordar que era amnésico y venir hasta nosotros y sí, sí, sí, olvidarlo todo y ser feliz. Fernando es amnésico, un ser anónimo, alguien a quien si queremos podemos llamar Anastasio, alguien que sobrevive porque ni quiere ni necesita ni ha optado por ser alguien. Te queremos, Anastasio, te queremos.

                                                                              de Silencios que me conciernen

miércoles, 22 de agosto de 2012

ENTRE LOS DIENTES


Entre los dientes


            Para cambiar realmente de vida es imprescindible destruir todos los documentos que te acreditan como persona, en particular el carnet de identidad. Nadie lo hace porque es ilegal.

                                                                            de Silencios que me conciernen


lunes, 20 de agosto de 2012

PROXIMIDAD


Proximidad

            Me cuelo debajo del paraguas con una suavidad que parece que voy pidiendo disculpas. La persona se sorprende, pero no retrocede porque yo me acomodo a su estatura, un poco más abajo, y le miro desde allí con un desvalimiento que le hace creer que sólo intento guarecerme de la lluvia unos instantes. Es tiempo suficiente para que el calor de los cuerpos comparta un mismo espacio, y en ese momento de intimidad enseño la navaja, la sonrisa implacable, el cabeceo resignado que indica la conveniencia de una rendición sin tonterías. Pocas veces es necesario ser explícito: Venga, dame la cartera, y cuando me obligan a decirlo el incauto paga su torpeza con un desvalijamiento completo y su documentación en un buzón de correos. Y encima le quito el paraguas. Es mejor, al menos yo disfruto más, cuando se resisten educadamente, cuando me insultan a media voz, cuando me amenazan con venganzas futuras, o cuando me recitan los clásicos urbanos para que les deje unas monedas: el juguete de gasolinera para ese hijo ya no tan pequeño que cada vez se distancia más, la caja de condones que la divina providencia le ha concedido inesperadamente esa noche de lluvia, compréndelo tío, y aquél que me suplicó que le perdonara cincuenta euros porque debía coger un taxi y alejarse de la zona para que su mujer lo recogiera en un sitio más luminoso y adecuado. Todos hacen un poco el ridículo, pero yo procuro ser amable con cualquiera que defienda lo suyo, y les agradezco con generosidad esas palabras que son casi la única compañía que tengo. Si la víctima me lo dice todo, aunque sea desde el miedo y el apresuramiento, aunque sea mentira, pasa a ser amigo mío y entonces le devuelvo la cartera. El dinero me lo quedo yo, porque no es bueno mezclar la amistad con los negocios.

                                                                          de Silencios que me conciernen

martes, 14 de agosto de 2012

LUKE: Sin cobertura moral


Ya está en la red el Nº 141 de la revista virtual Espacio Luke. Es el especial de verano, Julio-Agosto, y en él publico un relato nuevo titulado Sin cobertura moral. Una historia breve, prensada, de ese estilo que tanto me gusta: la ciencia ficción con raíz sociológica. Se puede leer en:

                                  http://www.espacioluke.com/2012/Julio2012/taboada.html

jueves, 9 de agosto de 2012

REDUX


Redux

            Abrí la bolsa de la compra y deposité sobre la mesa una botella de gasolina, una caja de pastillas de potasa, un bote de resina, una bolsa de gomas del pelo y un frasco de cola Ebro. El Experto se pintó las yemas de los dedos con la brochita de cola, para no dejar huellas, luego extendió sobre la botella una capa de resina, pegó en ella las pastillas blancas, lo enfundó todo en una bolsa de plástico y selló el conjunto con robustas gomas del pelo.
            Me alejé de la casa y lancé el cóctel contra unas piedras renegridas. La botella se rompió, la gasolina hizo reaccionar a la potasa, que soltó chispas, encendió la mezcla y explotó. Los fragmentos incandescentes de vidrio con resina quedaron adheridos a las piedras, que representaban los cuerpos de los policías, echando fuego, rodando por el suelo...
            Le dije al Experto que ni hablar. No le extrañó, le habían comentado que tenía imaginación, estudios. La sección de Propaganda era más adecuada para mis habilidades. Mi novia asegura que nos conocimos esa tarde, que ella llegaba con su bolsa de la compra cuando yo salía. Yo le digo que no lo recuerdo, y se enfada. Mujeres.

                                                                       de Silencios que me conciernen



miércoles, 8 de agosto de 2012

EL BAÚL


El baúl


            De la llave cuelga la lista con los objetos que hay en el interior del baúl. Desde el día que lo llené la lista no ha cambiado. Son cosas inútiles, y cuando abro el baúl me pregunto por qué no lo vacío de una vez y pongo en su lugar algo digno de ser conservado. Sin embargo, nunca saco nada, y la lista sigue intacta. Antes de cerrar me limito a añadir un palote, o una línea que tacha un grupo de nueve, en la hoja que registra las veces que busco, desesperada, después de revolver por toda la casa, algo que sé que no puede estar allí.

                                                                               de Mercedes Cancelo

martes, 7 de agosto de 2012

HAY UN HILO DE HUMO QUE ENLAZA


HAY UN HILO de humo que enlaza
al muchacho de la foto gris,
en penumbra, en el sillón, en silencio,
al atardecer, junto al balcón
de ladrillo caravista urbano,
con éste, que me digo yo
y escribo esto, sillares a mi espalda
y al fondo un jardín arbolado
con vocación de cemento.
                       
El cigarrillo que entonces sostenía
sigue encendido en mi mano,
también la costumbre vegetal
de contener
la respiración
entre dos caladas:
que suceda algo
y provoque un hecho,
aunque sea un tormento.
                       
Llevo treinta años posando quieto,
con el aire en suspenso,
como esperando en la antesala
de la sala de espera,
limando la cresta de esta llave,
una llave de clave,
buscando la cerradura,
la luz o la puerta.

                                                        de Palabras dactilares, pag. 19

miércoles, 1 de agosto de 2012

TODO LO QUE HE DEJADO EN PEDAZOS


TODO lo que he dejado en pedazos
tirado por ahí, la memoria que me contiene
y he malversado a lo largo de los días,
a mi favor, o peor en contra,
el odio que me sustentaba,
¿de qué sirve eso aquí,
arrancada la carne, en hueso vivo,
rodeado de deslumbramiento?

Hay que regresar al barro,
a la mano que remodela
una mentira mejor,
fiable y definitiva.

                                  de Palabras dactilares, pag. 85