Línea de puntos
El día que cumplí seis años entró en la clase de párvulos un hombre de bigote, pronunció en voz alta mis dos apellidos y mi nombre de pila, y me pidió que lo acompañara. Durante el camino me trató de usted. Me llevó a la clase de primero y me entregó a un hombre que meneaba la regla como una espada.
Recité para toda la clase la tabla del nueve, mi voz rebotaba en las paredes. Luego me ordenó que me sentara en la última fila y recuerdo que estuve muerto durante una hora y tres cuartos. Y eso es mucho aguantar la respiración.
Después del recreo, volví por mi cuenta a la clase de párvulos. La enorme cicatriz que tengo en la ceja izquierda, y que convierte mi mirada en peligrosa cuando achico los ojos, me la hicieron el hombre de bigote y el conserje, contra el marco de la puerta, al intentar, intentar, sacarme arrastras de clase.
de Silencios que me conciernen
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