Consecuencias
Al día siguiente dejé de afeitarme a cuchilla porque me temblaba la mano. Compré una maquinilla eléctrica, ahora la que temblaba era ella, pero al hacerlo me recordaba mi propio temblor, y todos los temblores que caben en un enchufe. Entonces la cambié por una afeitadora sin cable. Todas las mañanas miro el cargador, lleno de temblores comprimidos, y pienso que la única solución es dejarme barba. Aunque me crezcan los colmillos.
de Silencios que me conciernen
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