La piel del rinoceronte
—No tengas
miedo. No hay nadie en la oscuridad. No hay nada. Todo lo que ves, lo estás
imaginando. Pero es imposible que salga de tu cabeza. No puede hacerte ningún daño.
No te va a tocar, ni te va a pegar, ni va a clavar sus uñas en tu cuerpo. Es
solo un pensamiento, vive encerrado. Aunque quisiera, no podría encontrar un
camino para llegar hasta aquí.
—¿Quién eres? ¿Por qué me hablas?
—Aquí estás a salvo. En
la oscuridad. Créeme. Si quieres, puedes hacer la prueba, tápate la cara con
las manos, cierras los ojos y veras que no pasa nada. Nada de nada. Espera un momento,
y no pasará nada. Te puedes aburrir esperando, y nada. Por ese motivo te
inventas cosas, para pasar el rato. Pero depende de ti si quieres pasar un buen
rato o un mal rato. Procura no pensar en cosas que te dan miedo, piensa en
cosas divertidas. Y no olvides que ninguna de ellas va a salir de tu cabeza. Es
importante que sepas distinguir entre lo que está dentro y lo que está fuera. No
puedes meter una silla en tu cabeza porque no cabe. Y no puedes sacar un rinoceronte
de tu cabeza porque se deshace al contacto con el aire. Así es como funciona la
vida. Todo son ventajas a tu favor. Tú tienes el control.
—Me estás asustando.
—No tienes por qué preocuparte.
Se puede vivir en la oscuridad, sin problemas. Sólo hay que
acostumbrarse. Piensa que las cosas no están en la oscuridad, las personas no
están en la oscuridad, los animales no están en la oscuridad. Aunque sientas su aliento a tu espalda, su
piel rozando tu piel, te lo estarás imaginando. Pero no es real. Lo único real
es aquí, dónde estamos, en la oscuridad. Tú y yo. No hay nadie más. Se acabó la
soledad. No tengas miedo.
—¡Tú, me das miedo!
¿Quién eres? ¡Cómo has entrado en mi cabeza!
publicado en Photowriting de Paula Arbide
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