No puedo sustraerme al poder
magnético de tu risa
que todo lo desvela
y lo comienza.
Siempre hay en ti un segundo
intento, no eres la vida
insensible, implacable
y sin perdón.
Qué lejos la niñez de tus labios
de aquella infancia cruel
que supura voces, órdenes,
reglas e impedimentos.
Aquella herida que fluye en calma.
de Frontera de carne, pag. 43
0 comentarios:
Publicar un comentario