Permanezco
como
vela de llama quieta
iluminando
esta carne oscura,
más
allá del músculo,
lejos
del resorte-instinto,
seco
de sangre, mudo,
pero
no ciego: con el tacto
de
seda que encandila
las
ideas fragorosas
en
busca de los ecos,
voces
de piedra que enlosan
el
sendero de todas las caídas,
la
infinita extensión
de
mis derrotas.
de Frontera de carne, pag. 85
Foto Paula Arranz
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