Muda gris
Cuando la vida te centrifuga acabas en las afueras, en un piso como éste, barato, funcional, una salita, un dormitorio, una cocina y un cuarto de baño de los que hay que salir para darse la vuelta. Es como una plaza de garaje donde aparco estas vísceras embutidas en un cuerpo que no cabe en el espejo: estoy gordo, viejo, amargado sin mis hijos, con la mitad de sueldo y a cien paradas de metro de la vida humana. Aquí no se vive. Aquí se viene a parar. Aquí sólo flota en el aire una pregunta, la que se hacía el Increíble Hombre Menguante a lomos de una pulga: ¿hasta dónde puedo disminuir sin extinguirme?
de Silencios que me conciernen
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