El
artículo ocupaba ocho páginas del suplemento dominical. Tenía fotos, esquemas,
gráficos e incluso un pequeño diccionario de términos comunes. Hablaba de mi
generación, con frialdad sociológica, y era tan certero que resultaba
implacable. Como un tiro en la frente, pensé, y, al pasar la página, en un
listado de imágenes recurrentes asociadas a mi edad, figuraba la bala de
diamante imaginaria que se dispara Marlon Brando en Apocalipsis Now. Primero me
puse rojo, luego empezaron a temblarme las manos y dejé caer el suplemento al
suelo. Me sentí viejo, acabado, entonces mis ojos cayeron sobre el titular del
artículo, Generación Acabada, y me reí como hacía tiempo que no me reía.
de Silencios que me conciernen
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