Para rematar la semana, le regalo a Yolanda
un transistor y cuando Marina llega del trabajo lo tira a la basura.
—Eres un hijo de puta, la niña te pide
un MP3 y tú le traes una radio...
—También le he dado dinero para que se
compre el MP3 que más le guste. El transistor es un regalo simbólico.
— ¿Simbólico de qué? ¿De lo perturbado
que está su padre?
—Cuando ella nació los escaparates
estaban llenos de este modelo. No ha sido fácil encontrarlo. Sólo quiero que
sepa que vive en un tiempo y que hay objetos que le permiten retroceder hasta
el momento de su origen...
—¿Y para qué necesita ella todo eso? Ya
hemos hablado de este asunto mil veces. Te lo he advertido, quiero que Yolanda
camine por la vida en línea recta, que viva el presente y recuerde sólo lo
necesario... No le estropees la cabeza con tus majaderías.
—Pero tú y yo conseguimos detener el
tiempo… abrimos la puerta… cruzamos el umbral...
—¿Y nos ha ido bien? Dime, ¿nos ha ido
bien? Ahora tenemos hijos, debemos
olvidar lo sucedido, tenemos que ser responsables. Bastante tenemos con lo de
Beni.
— La verdad, a mí todo esto no me parece
vida.
— Entonces suicídate y déjanos en paz.
— Lo he intentado, pero no me llego.
—¡Payaso!
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