sábado, 4 de febrero de 2012

LA MAR SALADA

Fue el primer lugar que visité después de la presentación del libro. Puse un ejemplar de Palabras dactilares en cada una de las cuatro cestas de Navidad. Un regalo que marcó la dinámica de una campaña de presentación del libro basada en dos aforismos de Augusto Monterroso:

Poeta, no regales tu libro: destrúyelo tú mismo
y
Los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a simple vista.

O sea, los amigos tienen el libro, los críticos han sido benévolos, los poetas se han comportado como caballeros y las chicas han besado los rizos de mi cabello. Ha sido bonito. Y es justo concluir cerca del mar. En el bar donde suelo dejarme caer al atardecer. Donde paran los surfistas equilibrados, yo que tengo tan poco equilibrio...





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