ME QUEDARÉ, replegado y tierno,
buscando una palabra locuaz,
tergiversada hacia la verdad,
la más necia que me pueda cargar
a la espalda, si todavía me queda espalda.
Hablar es acotarlo todo,
mejor esperar callado una palabra muda
que necesite para decirse un aspaviento,
o ciega, con sus dedos significantes
emborronando el orden de la tinta.
Pero el otoño se adueña de estas hojas
como una lenta plaga de tiempo.
Ahora me falta la boca,
decir con palabras sordas
todo el silencio.
de Palabras dactilares, pag. 95
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