La chaqueta de estambre
Cuando regresé los médicos me explicaron lo que había sucedido. Era tan evidente que no podía creerlo. La chaqueta de estambre que había comprado en las rebajas por mil y pico pelas estaba impregnada de L.S.D.
El estambre, me explicó el médico con cara de pirulí que al hablar se rechupeteaba con una lengua verde, es un tipo de tejido, una urdimbre hecha con finas hebras de lana de oveja. Su chaqueta es aragonesa, de oveja `rasa´, y según la policía hay una antigua denuncia presentada y luego retirada contra un pastor que metió su rebaño en un campo de centeno. El centeno tenía cornezuelo, las ovejas murieron y la lana se guardó en espera de tiempos menos desconfiados. Se empleó hace un año para tejer su chaqueta. Por algún motivo el ácido lisérgico de esa lana ha `despertado´. Antes de que me lo pregunte, debido a su larga exposición a la chaqueta, le diré que se va a quedar usted así toda la vida. Colgado.
La pensión que me ingresan todos los meses apenas me llega para el enfermero, que me lleva por ahí como quien arrastra un globo. La chaqueta de estambre fue desinfectada y me la devolvieron porque le tenía querencia, pero fue inútil. La llevo siempre puesta y cuando siento que me llega un subidón la guardo inmediatamente en una bolsa y hago un par de llamadas. La alquilo treinta segundos, en mi presencia, aunque nadie quiere más, nadie se resiste a que se la quite. Estudiantes, investigadores, gente de la noche que con su aportación económica me ayudan a seguir tirando. No sé en qué dirección.
de Silencios que me conciernen
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