YA NUNCA me curaré
de haber sido quien soy,
de haber persistido
con impaciencia
y haber sobrevivido.
Cómo me ha demolido la vida,
en qué poco me ha dejado.
Y pensar que
un solo pensamiento correcto
hubiera sido suficiente para.
Hay barras de miel barnizada,
otras oscuras y negras y opacas, sin luz,
también hay taburetes altos e infinitos,
como la lujuria de Larkin,
y tantas palabras prestadas
que ojalá tuviera las mías.
de Palabras dactilares, pag. 25
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