Parque
El pato sujetó con su pico la nuca de la pata y comenzó a empujarla con tal ímpetu que parecía que la iba a ahogar. A mi lado una mujer con un bolso negro de charol descargó un taconazo contra la gravilla y entre los dientes dijo: bruto, animal. Yo arranqué el currusco de mi bocadillo, se lo tiré al pato y le acerté en la cabeza. Quedó flotando unos instantes, se recuperó, y salió del agua para reunirse con la pata. La mujer del bolso dio un par de zancadas hacia mí y me arreó una bofetada.
de Silencios que me conciernen
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