martes, 8 de mayo de 2012

LUNA DE LOS PIES DESCALZOS

Luna de los pies descalzos

             Se llama Luna, es una perrita mil razas con la cabeza enorme, vive en el ático de enfrente y a sus dueños sólo los conozco de rodillas para abajo. No vivimos en el mismo edificio, nuestras calles tampoco se comunican, y como el patio es grande y de aromas suculentos, hay un obrador en el bajo, Luna no podría reconocerme lejos de aquí, sin esta máscara de olor a pan con ciruelas o pan con sésamo y finas hierbas.
            En la ventana de Luna sólo caben Luna y su pelota. Cuando Luna no está, a veces, vienen sus dueños y se quitan los calcetines a empujones, como dando pedaladas, y se suben el uno encima del otro. Allí empiezan sus juegos amorosos, y luego se retiran, o tengo que retirarme yo, pero al regresar encuentro a Luna con su pelota.
            Cuando Luna me mira siento que no entiendo a los perros, y me da la impresión de que para ella soy apenas una sombra, un borrón cuya mirada se pierde fuera de su alcance. Luna prefiere mirar al cielo y en los días claros puedo ver en sus ojos el reflejo de lo que ella ve por encima de mi tejado. No es nada concreto, sólo un toque de rojo, una pincelada de azul, o la estela de una nube que un momento después cruza por la ventana celeste del patio.

                                                                       de Mercedes Cancelo

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