martes, 15 de mayo de 2012

MURALLAS


Murallas

            En las horas tranquilas disfrutaba observando a la gente que pasaba por la calle, sobre todo los días de lluvia y frío, cuando todavía me maravillaba el privilegio de tener una librería que me alejaba de la intemperie. No sospechaba que acabaría leyendo buena parte de aquellos libros, que convertiría el escaparate en una cinta sin fin que avanzaba a mi ritmo de lectura y me delataba. Hice amigos entonces, era fácil saber de mí fijándose en el escaparate, pero leía sin tregua y pronto una fila de libros fue insuficiente para reflejarme y llegó la segunda. Hace ya varios años que los libros ocultan casi por completo la calle, como una persiana de palabras, una muralla de conocimiento, una soledad ilustrada.

                                                                                         de Mercedes Cancelo

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